no llegó el instante
en el viento cálido
implacable de tiempo
sin
tiempo de tanto tiempo
la alondra no es alondra cuando está inmóvil
son golondrinas porque existe el verano
los ángeles son celestiales y moran en el cielo recóndito
y yo
no tengo suelo ni luna y mi estrella no me reconoce
no hay lugar a mis labios abiertos
sé de la autocompasión nefasta
y cuánto me compadezco
sé del rojo crepuscular
del perfume del jazmín
de la gama del verde
oigo la voz de mis hijos me
humedece el lamido de mi perro
la tempestad me devora en su trampa blanca
y abro las palmas al sol
cuando las amarras dicen la orden de agonía
en retumbo de elegías roncas
desquebrajadas de montañas inertes
por allá un arcángel del inicio
brilla de oro en el todo azul
Carmela Isabella
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