"Sed santos, como yo soy santo"
(1era. Ped. 1,16)
Creció en un hogar
que de eso no se hablaba
invitado a un grupo de oración
sintió el llamado a la vocación.
Ser sacerdote era la meta
no sabia que orden elegir
cuando conoció la obra de Alberione
a ella Hernán, entrego todo su existir.
Sus manos fueron consagradas
sembrando entrega, sacrificio, amor,
acompañó a amigos, hermanos, poetas
en momentos de regocijo, como de dolor.
Sacerdote de alma y vocación
desempeñó con alegría, múltiples tareas
mostrando a Cristo, en todas ellas,
en El, puso total confianza
hasta ofrendar su vida
con fidelidad y perseverancia.
Etelvina Giménez