Caminamos las calles
visitamos los bares
subimos a los trenes
vendiendo caramelos
para endulzar la vida.
La nuestra no tenía
sabor a golosina,
su mirada gris era la estrella mía
y su dulce sonrisa
conquistaba enseguida.
La plaza le gustaba
los juegos le atraían,
me senté en el suelo
y me quedé dormida.
Al despertar del sueño
Magui estaba perdida
la busqué hasta el cansancio
pero no aparecía.
Concepción Costantino