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jueves, 28 de agosto de 2014

LA FAMILIA PAULINA EN PY


Decía el Beato Alberione
el 20 de agosto de 1914
cuando comenzó su misión
que era como "en Belén"
el ponerse en acción.

Su ideal era evangelizar
con los medios de comunicación
que en la época habían
cada rama con su dedicación.

Así nació la Familia Paulina
golpeando corazones
llevando el Evangelio, palabra escrita
a todos los confines, todos los rincones.

Bajo el amparo de Pablo
y María Reina de los Apóstoles
el desafío continua
tanto que en Paraguay
ya estaban las Paulinas
y desde octubre del 2011
se abrió la librería de San Pablo
como don recibido
para beneficio de la Iglesia
y de sus hijos muy queridos!


Ma. Etelvina Giménez
(en el centenario de la fundación de la Familia Paulina)

jueves, 14 de agosto de 2014

Velero de Amor


Cuentan que un día un velero,
enamorado de Dios,
salió surcando las aguas turbias,
llamando a la conversión…

En su barcaza cargada,
llena de historia de amor,
acompaña la realidad de la vida,
camino a la “nueva evangelización”.

Su peso está en el apostolado,
Jesucristo es la única verdad,
llevando al mundo la prensa oral y escrita
con el valor de comunicar.

El soplo del Espíritu empuja,
su fuerza le hace navegar,
y en su canción de dulce arrullo,
le canta al Dios precioso del pan.

Paulino es su nombre,
Santiago Alberione su fundador,
es el velero que nunca descansa,
llevando el amor que en abrazos sabe dar.

Ana María Capalbo
(A los cien años de Comunicación Paulina)

martes, 12 de agosto de 2014

GUARDIANA Y PATRONA


Guardiana de la fe que nos convoca,
Madre del Señor del universo,
bajo tu advocación, desde los tiempos más remotos
nos has enriquecido con muchas indulgencias.

Efímero  es nuestro paso en éste mundo
y a pesar de saberlo con certeza,
no  amainan las tormentas... y de escollos
tenemos sin perdón, el alma llena.

Escondemos, tras errores milenarios
la única razón de la existencia
que es la luz de la verdad, puesta en la boca
de cada descendiente del planeta.

Patrona de los hombres en el mar,
protectora  en tempestades y naufragios,
Tu Santo Escapulario es el cordaje
que llega desde el Monte del Carmelo.

Condúcenos a puertos sin tristezas
y a playas de serena libertad,
prepara los senderos  que nos lleven
a los pies de Jesús, sin desmayar.

Igual  que el marinero que teme su naufragio
luchando contra un mar embravecido,
en éste camino de la vida
sé  nuestro timón y nuestra paz.

Sarah Petrone

Día del niño



Como un niño pequeño,
débil, inseguro,
me apoyo en ti, Señor.
Guíame, condúceme.

Pasos tambaleantes voy dando,
sonidos guturales
modulan mis labios
y mi corazón late expectante.

 Hazme sentir que estás a mi lado
y que a diario ocurren “pequeños milagros”;
abre mis ojos, Señor,
corre el velo que me impide verlos.

 Ángeles me acompañan
hasta llegar a tu  presencia,
colmando mis ansias

Tu amor y Tu perdón me hacen feliz.

María del Carmen Latorre

sábado, 9 de agosto de 2014

Un nuevo Rostro


Jesús de Nazaret en el Evangelio
nos ha revelado una nueva imagen,
el Rostro de un Dios misericordioso:
¡Que sobre todas las cosas es Padre!
Un Padre bueno, tierno y afectuoso,
que nos acompaña en el camino,
por amor, sufre nuestros límites,
y nos ayuda también a corregirlos.

Nos ama como a hijos muy queridos,
con amor cálido, tierno y delicado:
“Hace llover sobre justos e injustos,
y salir el sol, sobre buenos y malos.”
Él inhabita en nuestro corazón:
¡Y es ahí donde debemos buscarlo!
En el descanso y en los trabajos,
en las tristezas y en las alegrías;
y en los diversos avatares de la vida.

Está en las buenas y en las malas,
en los amaneceres y en los ocasos.
En las luchas y en los desánimos,
en los triunfos y en los fracasos.
En la salud y en la enfermedad,
el Padre siempre nos acompaña,
si nos abandonamos en sus brazos.

Está presente en las tardes cálidas,
y en las penumbras de la ignorancia.
En las primeras luces del alba,
y en el radiante sol de las mañanas.
En la felicidad y en las desdichas,
en las congojas y alegrías palmarias.
En los placeres y en las delicias,
y en los días felices de fiestas gratas.

De forma continua nos consuela,
con su ternura de Padre y Madre,
y su anhelo es estar siempre cerca.
Y al poner las cartas sobre la mesa:
¡Sólo pide que todos nos amemos!
Y que, con esa fuerza del amor,
con la cual, él mismo nos inflama:
¡Prosigamos madurando nuestra fe,
y mantengamos firme la esperanza!

Hno. Santiago E. Kloster, ssp