La casa vacía. Marchitas las plantas,
la voz y el silencio están de visita,
con ceño fruncido desandan los pasos
cansados de tiempo, dentro de la sala.
Evoco recuerdos que otrora dejaron
el sutil perfume, la misma fragancia
y beso las fotos que en aquel armario
quedaron dormidas y hoy, están ajadas.
Que dulce y que triste, ya no hay vanidades,
destilan suspiros unas cuantas lágrimas,
la sola presencia piadosa y descalza
es la cálida
esencia de la otra infancia.
Vacía de esperas regresa la tarde .
En puntas de pie se van mis fantasmas
que esbozan sonrisas y desde la nostalgia
me brota en los poros el todo y la nada.
¿Yo, no te conozco? ¿No eres acaso
aquel que a mi vida le diera un zarpazo ?
Eres siempre el mismo, el que espía y calla
detrás del espejo que oculta mi cara.
Mi espalda palmea tu mano y me aparto
envuelta en etéreo nubarrón de plata.
Despliega una araña junto a la ventana,
sobre las paredes, telarañas de nácar.
Sarah Petrone
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