Deseo escuchar tu voz
para que ella anuncie,
que no se ha muerto el
amor,
ni se ha dormido su
suerte.
Que la belleza no está
muerta,
en especial la que se
entrega,
la que madruga y está
dispuesta
y se estremece por el que
necesita.
Voy a escuchar el silencio
que parte de cada mirada,
que no habla pero dice
todo,
y fluye desde lo profundo
del alma.
Que nos llama y nos
invita,
a que el hombre estreche
su abrazo,
para que tomándose de la
mano,
el mundo sea más humano.
Voy a escuchar tu voz para
que
la tuya y la mía sean un
solo canto,
fundado en el encuentro y
la amistad
y en la verdad que nos
hace hermanos.
Y decirles a los hombres,
que Dios está enamorado
de cada uno en
especial y
que su amor nunca ha
claudicado.
Ana Maria Capalbo
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