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martes, 20 de mayo de 2014

CONTEMPLANDO LAS ESTRELLAS


Nació y se crió en el campo,
su nombre era, Juan Cualquiera,
poco a poco fue creciendo,
cumpliendo con sus faenas,
trabajando sol a sol,
ni siquiera fue a la escuela,
cuando se hizo jovencito,
con quince años apenas,
comprendió que había otro modo,
de vivir, por otras sendas,
y un sentimiento profundo,
de crecer, que es cosa buena,
empezó a rondar su mente,
y a calentarle las venas.
Cada vez que estaba solo,
charlaba con su conciencia,
veía así su realidad,
mirando campos, y estrellas,
pero el no saber que hacer,
lo llenaba de honda pena.
Se propuso intentar algo,
y empezó a juntar monedas,
hasta que llegó un buen día,
cargado de fe, y de pena,
con deseos y con miedos,
se largó a la carretera,
que va rumbo a la ciudad,
y siempre a todos espera.
Quería estudiar, trabajar,
tener una vida plena,
y lo primero que hizo,
fue mirar las carteleras,
donde ofrecieran trabajo,
en los diarios, y en vidrieras.
Y allí fue que tropezó,
con la primera sorpresa.
“Curriculum” le pedían,
para todas las tareas,
buscando pasó los días,
sin tener noticias buenas,
y aunque fuese de peón,
o ayudante de limpieza,
todo el mundo le pedía,
“Debe tener experiencia”.
Entonces tomó un papel,
y escribió con mala letra;
“A todo aquel que lo lea,
puede ser que me comprenda,
no tengo estudio ni oficio,
porque nunca fui a la escuela,
mas late mi corazón,
bombeando sangre en mis venas,
tengo dos brazos bien fuertes,
para hacer cualquier tarea,
y tengo la mente limpia,
para aprender lo que enseñan.
Solo quería como muchos,
que me den trabajo a prueba,
espero que alguna vez,
los que mandan lo comprendan”.
Dejó el papel en un sobre,
que entregó en la empresa aquella,
y se largó hasta la ruta,
a esperar que alguien lo viera,
y lo llevara hasta el campo,
donde quedó, Juan Cualquiera,
muy triste con su destino,
contemplando las estrellas.


Ruben Esteves

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