Nunca
quiso. ¿Sabe Dios si nunca quiso?
Ni
aspiró a llevar consciente , su legado
pero
hubo de acceder, bajo el estigma
de los
deberes que marcaron su reinado.
Entre
muros se gestaron y murieron
secretos
y costumbres milenarios.
Un
hombre... una mujer... un ser sufriente.
¡Pobres
de nosotros, los humanos!
Agora,
en la agonía de las horas,
de
sueños e ilusiones desvelados,
¿a
quién he de acudir, mi Dios querido
si la
carga de Tu Cruz no fue aceptada?
Indigno
siempre fui de merecerte
y
duele... Cómo duele tu llamado
que
ingrato me despojo y me desvisto
a pesar
de quererte demasiado.
Suenan
a lo lejos. Tañen las campanas
y es Tu
Amor en Tu Pasión que nos redime,
por
eso, nada más, sólo te pido
que al
menos, no nos sueltes de la mano.
Sarah Petrone
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