El agua
de que estaba repleta mi tinaja
era
turbia y mal olía.
Con
todo, Vos la querías,
Señor
de los milagros,
para
hacer un vino burbujeante
que
alegrara el alto en el camino
de
algún peregrino fatigado o herido
en el
alma o en el cuerpo:
-dolor
o desaliento-.
Yo puse
lo que pude,
que era
poco; casi nada,
y pensé
que no te serviría.
Tan despreciable
era el agua que aportaba.
Eso
pensé, porque creía que mi miseria
era
mayor, mil veces mayor
que tu
poder y tu misericordia.
Después
supe que tu misericordia era infinita,
Que
nada hay más alto ni más profundo
Que tu
ternura y tu piedad.
Que
Vos, Señor, no despreciás nada,
porque
a la luz de la esperanza,
todo
puede ser transformado.
Entonces
yo no lo sabía, Señor.
¡No lo
sabía!
«Poderoso
es Dios para hacer de las tinieblas luz»
me dijo
Francisco, el Pobrecito…
Por eso
hoy, si alguna vez veo
a un
hermano saborear tu vino
-el de
mi pobre tinaja-
me
animo a pensar que quizás al fin lo logres.
Escribir
derecho con renglones tan torcidos,
sólo
Vos podés, Señor.
¡Tan
sólo Vos!
Néstor
Barbarito
Nestor este Poema es precioso, un canto a la mise
ResponderEliminarricordia de Dios.! Que seria de todos nosotros los poetas, si El, no fuera todo amor y tan nise-
ricordioso. Como dice Francisco "No hay pecado
que El, no pueda perdonar"...!!!!!!!!!!!!!
ETEL