Caíste
gigante, ante la fuerza bruta,
sin
compasión tus brazos cercenaron.
Nada
pudiste hacer... ni yo tampoco.
Solo
lloré por vos, tras la ventana.
El
grito de la sierra ahogó tu grito
y vi
correr tu savia, derramada
ante la
insólita negación y la desidia
del
hombre al que no tembló su mano.
Voló
perplejo el pájaro, vencido,
sin
tiempo para salvar a la nidada.
Uno a
uno golpearon contra el suelo
y cerré
los ojos para no ver nada.
Calló
la música etérea de sus alas
y su
silencio fue un rugido agudo
ensordeciendo
con estrépito alocado
los más
recónditos lugares de éste mundo.
Muere
en tus ramas la flor y su perfume.
En su
lugar que veo devastado,
sobre
tus escombros doloridos
el
cemento del progreso está horadando.
Sarah Petrone
Felicitaciones a la autora por este bellísimo poema,
ResponderEliminarGRACIAS POR TU FELICITACIÓN. ME ALEGRO QUE TE GUSTE MI POEMA. SARAH
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