Señor Jesús, te doy gracias por el amigo
que me diste como compañero de camino,
por descubrirte en él en su simpleza,
en su bondad, en la continua entrega y
en su sonrisa mirándome a los ojos.
A través de él aprendí a escuchar tu voz,
a compartir dolores y las tormentas de mi vida,
las equivocaciones y las pequeñas alegrías.
Al mirarlo te admiré en su rostro quieto,
en sus rudas manos, en su cansancio sin medida.
Hoy te pido que lo abraces y lo acompañes,
que le brindes tu regazo y tu luz que lo hace día,
y que ese profundo amar que nos unió en la vida,
sea una entrega permanente siempre buena,
con subidas y bajadas pero unidas en la esperanza.
Cuídalo Señor y cúbrelo con tu cariño para que
tu amor sea nuestro y en ese estar y compartir
todo lo bueno, hayamos encontrado la verdad y
ella sea, el lema de una amistad duradera.
Ana Maria Capalbo
Es innegable Ana Ma., que con encuentros y desen-
ResponderEliminarcuentros, el companiero que Dios nos dio en la vi
da ha sido el "mejor amigo".!!!
ETEL