La Fe
no es un misterio, porque puede sentirse
en el
paso sereno del linyera,
en la
mirada inocente de un niño,
en la
serenidad de las noches de soledad.
La Fe
no es un misterio, porque puede verse
en el
diálogo de una madre con su vientre
en los
pájaros que atraviesan el arco iris,
en las
flores que se renuevan en primavera.
La Fe
no es un misterio, porque puede palparse
en el
dolor que nos abre a los abrazos que contienen,
en las
manos tendidas tras las súplicas mudas,
en los
dedos entrelazados al orar.
La Fe
no es un misterio, porque puede oírse
en las
lágrimas, por la risa... y por el llanto,
en el
canto de los grillos, en la tempestad del mar,
en la
gente que proclama para cambiar la historia.
La Fe
deja de ser un misterio,
cuando
uno puede darse cuenta
que la
vida y la muerte tienen un sentido
...
cuya esencia es Dios.
Lilian Tolosa
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