Si afinara mis oídos
y aprendiera escucharlas;
tal vez oiría sus voces,
en las madrugadas.
Parecieran estar tristes,
y motivos no les faltan:
¡Se han quedo huérfanas
las flores y las plantas!
Hernán conocía su origen,
el nombre de cada planta,
y al hablar con ellas,
por el nombre las llamaba.
Ahora nadie les habla,
ni una sola palabra;
antes del amanecer,
o al despuntar el alba.
Tal vez nadie las ama
como él las amaba,
y les dedicaba tiempo,
en cada circunstancia.
A veces se escuchan
lamentos de nostalgia;
¿quién nos dará agua
cuando nos haga falta?
El cielo se compadece
al verlas tan desoladas...
La lluvia cae mansamente;
ignoro si es agua,
tal vez, sean lágrimas.
Ahora parecen sonreír,
cuchichean en voz baja,
la Providencia las ama,
y cuidará de ellas,
como Hernán las cuidaba.
Es como si percibieran,
su presencia entre ambas;
de quien tanto las halaga,
de quien, aún las mima;
¡las recuerda a la distancia!
Y se sienten muy felices,
ostentando sus flores;
¡esparciendo por doquier
su balsámico perfume,
por quien tanto las ama!
Santiago E. Kloster , ssp
santik@arnet.com.ar
Nuestro querido Hernan, entre tantos carismas con
ResponderEliminarque Dios lo habia dotado, tambien era "jardinero"
Este Poema de Santiago, es un homenaje mas a su
Hno. de Comunidad y amigo...!
ETEL
hermoso el poema sobre las plantas del jardín que Hernán cuidaba con
ResponderEliminartanto celo. Delicado homenaje de su parte hacia él.
Isabel y Enrique Dumery
integrantes del Café del Padre Hernán