Oración de un Viernes Santo a la Mater Dolorosa
Te llamaron Madre del amor
hermoso;
Madre del cielo y de toda
bondad;
Madre de la Iglesia y de
todos los hombres
Madre de misericordia, del
perdón y la esperanza;
Madre llena de gracia y de
la Santa alegría.
Estrella del mar te
llamaron, y Reina del mundo.
MADRE DE DIOS es tu título
mayor,
absolutamente
incomparable.
Mi corazón sin embargo te
invoca y proclama
con un solo nombre: ¡mamá!
Así, con la m minúscula de
‘mía' y de ‘misericordia',
porque así te siento y te
invoco, mamita,
porque me confortás en los
días de agobio y de tristeza,
de angustia y de temor.
Sos vos mi consuelo, mi
calma y sosiego;
vos mi fuente de esperanza
y mi camino a Cristo
entre flores y espinas
abierto.
Pero hoy quiero ser yo
quien te conforte, mamita.
Hoy que tu Hijo y tu Dios
murió en la Cruz;
hoy que se extinguió en
sus ojos nuestra Luz,
y una espada brutal e
impiadosa se clavó en tu corazón
anegándote en congoja y
llanto.
El Hijo de Dios y su
Palabra
moría por nosotros,
y tu corazón, abierto en
capullos de dolor
sangró a la par cuando,
ávida,
la tierra bebía su sangre
generosa.
En este día cruel en que
los clavos y la lanza abrieron
hondos surcos que en rojas
amapolas
florecieron en la carne
amada,
quiero ser yo tu
fortaleza, tu aliento y tu valor.
Sólo por hoy, mamita,
aunque el intento sea
temerario,
porque mi amor me impulsa,
y me alienta la esperanza
de que en mi pecho
encuentres un sagrario,
un corazón cálido y
sincero
que acoja tu alma
atribulada,
y alivie la tremenda pena
de este día.
¡Vaya paradoja!
El débil quiere ser la
fuerza de la Madre Roca.
El flojo, el frágil, el
cobarde,
pretende ser sostén de la
sólida y hermosa Torre
[ de David;
el peregrino de los pies
cansados, vacilantes e
[ inseguros,
quiere ser apoyo y firmeza
de la maciza Puerta de
Marfil del cielo;
anhela ser la calma de la
muy serena y sosegada,
dulcísima Reina de los mártires,
Consuelo de los afligidos
y Señora de la esperanza.
¡Perdoname, mamita, por
este desatino!
Por el enorme abismo que
separa
la carga de miseria que me
agobia,
y este ardiente anhelo que
me anima
a poner a tus pies mi
corazón
preñado de ternura, de
afecto y compasión.
En este día, mamita, no
pretendo ser pilar ni roca.
No cabe en mi mente tamaño
desvarío.
Hoy sólo quiero ser Juan:
traerte conmigo a casa y
refugiarte contra mi pecho.
Enjugar tus lágrimas con
mi pañuelo.
Con mi amor calmar tu
angustia,
y confortarte en tu desvelo.
Sólo por hoy, mamita. Sólo
por hoy.
Néstor Fernando Barbarito
Yo tambien quiero ser Juan. Felicitaciones por tu manera tan tuya y tan especial
ResponderEliminarde expresarlo....!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ETEL