Otra vez, ¡ Oh Señor !, tu me llamaste,
para dar testimonio que estás vivo,
trasmitiendo a los hermanos, la dulzura,
con que Tú, con gran amor me has seducido.
Y al poner tus palabras en mi boca,
que acarician suavemente los oídos,
vas entrando en tierra fértil, cual las gotas,
lentamente penetrantes del rocío;
Y yo se que si tu quieres, un milagro,
has de hacer como una vez pasó conmigo,
que me hablaste y llegaste hasta mi alma,
enseñándome, Dios, el buen camino.
Si uno solo, Jesús de los que escuchan,
te comprende y acepta el desafío,
de vivir desde ahora como has dicho,
no fue en vano el esfuerzo y sacrificio,
y me llena de gozo haber servido.
Me invitaste Tú a sembrar, oh Padre Santo,
y las semillas que me diste yo he esparcido,
y aunque tal vez, nunca vea la cosecha,
yo se bien que no fue inútil lo vivido.
Si has abierto el corazón de algún hermano,
entrará esa llama eterna que has prendido,
y el deseo de amarte y ser amado
correrá por sus venas como un río.
Y tendrá como premio la alegría,
de vivir en el amor que has impartido,
y llevando a sus hijos y a sus nietos,
han de ver algún día florecido,
el jardín de amor y paz, que va contigo.
Dando gracias nuevamente, Dios, mi amigo,
de rodillas a tus pies, cual un mendigo,
yo te imploro que me llames cuando quieras,
pues te adoro, y para siempre, estoy contigo.
Ruben Esteves
Todo lo que escribe Ruben, me emociona tremendamente.!!!
ResponderEliminarETEL