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martes, 22 de abril de 2014

La jaula


 Sí: tus zarpas vinieron de afuera
pero adentro alojé tu simiente,
creciendo, como una enredadera
que se hizo con el tiempo . . . ¡tan fuerte!

Nació de un agravio, de una ofensa,
de esas que uno dice:”Me las pagas”,
sin olvidarse nunca las cuenta
para que esté siempre preparada.

Pasado del incidente el tiempo,
no supe del otro su fortuna.
Si algo le llegaba del infierno
o lo atormentaba culpa alguna.

Mientras tanto, mi alma, corroída,
un peso cargaba, insoportable,
en todo momento, día a día.
“Rencor” era su nombre innegable.

Convencida de que en esa cárcel
al ofensor mantenía preso
no me di cuenta: Al cerrar con llave
¡era yo la que quedaba dentro!

La jaula abrí, y la cruel trepadora
arranqué de cuajo, decidida.
¿No se arrepintió el otro? ¡No importa!
El perdón es la única salida.

¡Necios! Creemos que es el beneficio
del perdón, para el arrepentido.
No es el que a nosotros ha ofendido
sino el que perdona, el bendecido.


Teresita de Antueno

1 comentario:

  1. Asi como Dios siempre nos perdona, hagamos nosotros lo mismo.
    Hermosa tu poesia Teresita.!!!

    ETEL

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