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martes, 26 de febrero de 2013

CÁRCEL




He visto tu cárcel, Señor,  el calabozo
en el que soportaste la triste noche aquella
en que todos tus amigos te habían abandonado,
y Pedro, al calor del  fuego te negaba.
Con los ojos del alma vi
cuando te bajaban al pozo infame aquel
los esbirros de Caifás sin miramientos.
Con los ojos del alma te vi llorar en tu abandono.
No por miedo, ¡no! mas por tristeza.
Siendo la Luz, quedabas en tinieblas;
Vos, que habías venido al mundo
para que el mundo mudara
las sombras de su noche
por la brillante luz de un claro Día.
Querías sacar a los hombres de sus cárceles,
del odio, el egoísmo, esclavitud y muerte,
y con cárcel y muerte pagaban tu entrega.
El corazón golpeaba dentro de mi pecho;
asombrado y conmovido.
¿Cómo pudo pasar aquello?:
la ternura y el amor encadenados
en una lóbrega mazmorra cuatro metros bajo tierra.
De pronto comprendí -¡al fin lo comprendía!-
 por qué lloraba tu hermano bendito,
Francisco, “el Pobrecito”,
contemplando tu agonía
que no había terminado en aquel Huerto
ni en este calabozo.
Que no terminaría sino hasta el fin de los tiempos;
que se iba a prolongar en cada hombre,
en cada mujer, cada niño
que sufriera injusticia, ignorancia, pobreza o dolor.

No pude llorar entonces, Señor,
porque…no pude.
Vos querías quizás que yo guardara
sin darle rienda suelta,
aquel dolor clavado en mi costado;
una lanza de dos filos en mi pecho
como la que iba a herir el tuyo.
Tal vez querías que guardara aquel dolor
para llorarlo  más tarde entre las paredes benditas
de la pequeña Porciúncula,
donde Francisco tantas veces lo llorara
porque el Amor no era amado. 

Una vez más, gracias, Señor, Hermano mío,
por ofrecerme la ocasión de comprender un poco más
tu abajamiento y tu entrega,
y sentirme a un tiempo, culpable y solidario.
No permitas que lo olvide ni por un momento.
  
Néstor F. Barbarito

1 comentario:

  1. Que grandiosa manera de expresar la soledad del
    Senior, en aquella noche de los abandonos y la ne
    gacion de Pedro, como Francisco de Asis y su en-
    cierro en la Porciuncula. Solo Nestor Barbarito
    pudo hacerlo con su manera tan especial de escri-
    bir.!
    Felicitaciones...!

    ETEL

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