Amistad

Transité mucho camino

en el andar de mi vida

con trechos de buen destino,

otros sin ver la salida.

Largos se hicieron los años

cuando la lucha era vía

gratos todos los momentos

en que el amor se sentía.

Tantos amigos quedaron

con los cambios y las idas

muchos también se arrimaron

en las vueltas y venidas.

Yo conservo en mis recuerdos

las presencias bien queridas

y tengo manto de olvido

para ausencias bien perdidas.

Y en aras de ser sincero

con el tiempo y la ilusión

me hice amigo del lucero

y ensoñé mi corazón.

Por entregar amistad

se me fue alegrando el alma

y desterré la maldad

porque no sirve de nada.

Cuando la fe y la esperanza

hicieron huella en mi vida

descubrí que en la balanza

se pesan las alegrías.

Que soy hermano de Cristo

y su socio en la parada

que el amor es muy bien visto

y que la cruz no es pesada.

Que hacerse amigo del otro

al final no cuesta nada

si el alma y el corazón

se entregan con la palabra.

Sueña mi hermano querido

cierra los ojos y canta

que en la amistad no hay olvido

y es el estar el que manda.

Alfredo J. Marty